Análisis comparativo a
partir del libro Zürich es una letra álef,* de Memo Ánjel
*Todas las citas
mencionadas en este texto pertenecen a la obra.
“Cada hombre
que existe debe estar en alguna parte. Pero existe si se mueve. Osea que está
en una parte, pero ha dejado rastros en otras, como los perros con sus orines.”
Puede ser la
premisa más importante del urbanismo, al menos en mi concepto, que las ciudades
no se construyen para ser habitadas, sino que se habitan para ser
construidas. El hombre sabía esto desde
que elevó la mirada, pues buscó siempre mejorar sus necesidades comenzando por
construir un lugar donde él y sus semejantes pudieran habitar, en todos los
sentidos que este concepto abarque.
Es importante
saber en qué lugar vivimos y conocer los lugares a los que vamos, comprender
las cosas más allá de lo obvio y develar un espacio hasta su esencia. Esto es tal vez la idea primaria del relato
Zurich es una letra álef cuyo el narrador, que es también el personaje
principal, navega por la ciudad y la devela cuidadosamente.
Es así como
desde la perspectiva de esta idea, quiero dejar este texto para que cualquier
persona que quiera viajar a Zürich lo haga, sin maletas ni pasaporte, solo con
una visión curiosa que a veces perdemos por tener los pies clavados en el
asfalto del siglo XXI. Con esta idea en
la mente, el pequeño viaje que muestro a
continuación es una recopilación de lugares, una Zurich fragmentada que vive en
el presente y es recorrida por el protagonista, pero que en su forma, edificios y lugares guarda los rasgos de los
imperios que construyeron las ciudades que nosotros heredamos.
“Hay campesinos en Irán que no se han enterado
de que el hombre llegó a la luna y no por ello dejan de mirar el horizonte y
crear figuras geométricas complejas con eso que ven y después llevan a sus
tejidos”
En este caso,
no fueron campesinos con sus tejidos, sino sumerios, persas, griegos, romanos y
árabes que crearon ciudades, mejorándolas una tras otra conforme a sus
necesidades, partiendo desde las más básicas figuras geométricas y llegando a
trascender la prueba humana más compleja :el tiempo. Partiendo de ellos vamos a
viajar por Zürich en medio del relato:
De las distribuciones
“Suiza es un
país de relojes, de horas exactas, todo se da con precisión extrema. Los
tranvías, la aparición de los negros frente a la estación de trenes, los japoneses
mirando mapas, los judíos ortodoxos de la Freyastrasse, las tazas de café en
las mesas de los cafés a la orilla de
río Limatt, cada asunto se presentó de forma ordenada y rutinaria”
Rodeando al
pequeño casco disponen los distritos de Zürich, ordenados según el sentido de
las agujas del reloj. Tal vez esta coincidencia tenga más trascendencia en
la medida que se compare con la idea que tenían los ciudadanos antiguos de
crear sus ciudades según como más les conviniera, como los persas con su
trapecio o los sumerios con el círculo, por ejemplo.
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“Las fronteras
son una estupidez y una creación del miedo. Y no sé miedo definido a qué”
Zürich, igual
que todos los países del mundo, tiene divisiones que limitan su espacio
territorial, llamadas comúnmente fronteras. Esto fue pensado y ejecutado por
primera vez por los persas quienes, a diferencia de los sumerios, ponen los
cuarteles en el extremo de la muralla que delimitaba su ciudad para guardarla
de invasiones y recibir comerciantes.
Del río
“Sobre las
aguas de Limatt podía ver el reflejo de los edificios, la torre de una iglesia,
algunos barcos anclados a la orilla y muchas letras que se desordenaban en la
medida en que el agua fluía”.
Zürich se
sitúa alrededor del río Limago, que llega a llamarse Limatt a la altura donde
desemboca en el lago de Zürich. Este
modelo se remonta hacia el nacimiento de las ciudades donde aún no data la
escritura. Esta forma de ciudad tuvo la utilidad primaria de que cuando el río
se inunda se forme una vega donde se formen cultivos. En el caso de Zürich, en
algunas partes se puede ver la frondosa vegetación, pero la utilidad cambia
completamente, pues el río se debe represar para ser controlado. Pasa entonces a
ser una forma de facilidad de comercio y actividades industriales.
Así mismo, a
través del río se observan puentes, algunos con la técnica del arco de medio
punto, creada por los romanos para dar estabilidad a las estructuras. Así
mismo, creaban puentes para unir la ciudad, para que fluyera y siguiera siendo una sola.
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El Limmat a la altura de Baden (Argovia) |
De los nombres
“En los días
festivos el mundo se desordena”.
Sin un orden
o nombramiento de semana, los días festivos, ni ningún día existirían. Este nombramiento
y estructura del orden del tiempo que es tan vital para nosotros, se la debemos a
los sumerios quienes desde su observación del cielo crean el zigurat (paralelogramo de 7 pisos con
nombres de varios astros) y a partir de allí se le da nombre y número a los
días de la semana.
“El nombre
permite ciudades, ríos, tierras, campos, un transcurrir entre las cosas
visibles e invisibles. Sin nombre no hay lugar y en los no lugares se amplía el
limbo”.
Los persas
sabían que para no ampliar el limbo, habitar la ciudad requería de saber hablar
correctamente, nombrarlo todo como es debido, conocer cómo es llamado; para eso,
le ponían nombres y avisos a todo lo que había en las calles para promover su
adecuado aprendizaje. Así que no es obsoleta la importancia de nombrar una
ciudad y lo que ella contiene.
De la estructura
En Zürich el
tranvía va atravesando la ciudad desde sus partes más bellas: casas lujosas,
parques lindos, jardines, barrios… Hasta las más abandonadas cerca de los
talleres e industrias.
Esta división
de espacios en la ciudad, con utilidades y características distintas se parece
(aunque no tan estricto) a lo que hacían
los persas al separar la ciudad por oficios para darle un orden correcto. Así
mismo, estas partes estéticamente bellas, como los jardines, fueron una
invención de los persas para embellecer el ambiente.
La casa en la
que se hospedó el protagonista del relato, tenía muchos pasillos, muchas puertas y llaves para
cada una. Quizá hasta el interior de las casas sea una réplica de lo que es
la ciudad. Calles y carreras entrelazadas y mezcladas creando pasajes y
direcciones. Esta cuestión de armar la ciudad la han tomado varias civilizaciones
importantes como los egipcios, quienes dominaban la cobra y los caminos,
imitando este animal en la forma de hacerlos. Ellos utilizaban este método como
pasadizos secretos con trampas y tumbas. En Zürich en cambio, no son trampas sino
tranvías los que ayudan en el paso por la ciudad.
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La ciudad
absorbe en los tranvías a las personas y les posibilita el acceso a ella, esto,
(si bien no exactamente), se puede asociar con la idea de hacer la vida más
fácil y adecuada a las necesidades de las personas, ese primer pensamiento e
ideología fue de los persas, quien después retomaría en Grecia Aristóteles pensando y construyendo las ciudades única y
exclusivamente de acuerdo a las necesidades del cuerpo humano.
Zúrich es
también un fiel reflejo del modelo romano de la ciudad en forma de retícula,
esto permitía ampliarla más fácilmente. Si bien Zúrich no es una retícula
perfecta, es una fiel réplica de estructura primaria de la ciudad, lo que le
permite mayor facilidad y orden al construir.
De los lugares
La última vez
que el protagonista de tal relato visitó Zürich, se hospedó en un hotel en la
parte vieja de la ciudad situada en una calle empinada, “Desde allí, podía ir a
una terraza donde la gente comía y bebía”
Las terrazas
y las calles empinadas eran muy comunes en las ciudades islámicas. Este modelo
aprovechaba las tierras no fértiles con altitud para hacer terrazas. Hacían entonces barrios llamados
albaycin. Utilizaban las terrazas para dormir cuando hacía mucho calor y para
divisar la ciudad.
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“Me hizo una
cama en el piso de arriba, al lado de una ventana donde se podía ver el
interior de otras casas…”
El albaycin
también era utilizado para evadir las altas temperaturas y dar sombra, así es
como las casas aledañas quedaban contigüas. En su estadía, esta cercanía a
otras casas le permitía ver al protagonista un gato. Los gatos podrían ser
catalogados como animales urbanos, que andan merodeando por ahí y migran todo
el tiempo en espacios pequeños. Los
gatos en cierta forma “le daban razón a los egipcios que hicieron de este animal un dios femenino, quizá por lo
doméstico y astuto, alguien como Lilith. Y porque devoraban los ratones que se
introducían en los silos de granos, tarea esta que bien podría ser la del gato
del patio de la casa de Franz”
También, en su estadía
por Zürich, nuestro protagonista se encontró
con una muchacha en la biblioteca y la llamó la muchacha de Leipzig. Más allá
del impacto que ella causó en él, lo importante para nosotros es tomar la
biblioteca y ubicarla como uno de los lugares importantes de una ciudad.
La ideología
de la biblioteca de almacenar conocimiento, es en sí idea de los egipcios quienes
comenzaron a hacerlo basándose en sus antepasados difuntos. Más adelante, esta
idea y su edificación fue desarrollada en Grecia por Aristóteles quien por medio
del liceo (lugar físico para nombrar la biblioteca o la universidad) almacenó
el conocimiento.
“Con tantos
colores Zurich parecía ser una mujer gorda embutida en un traje”. Esta idea de
pintar las fachadas, antes de que fuera una cuestión estética fue un método
inventado por los griegos, quienes pintan las fachadas de colores para guiarse
cuando los barcos iban a arribar al puerto.
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De Zürich
como letra álef, ciudad en movimiento y gente con identidad
En el recorrido que nuestro protagonista realiza, se encuentra con todo tipo de personas, unas que lo marcaron más que otras pero todas con la identidad que parece ser un sello y que conforma la ciudad y su ambiente como tal: la de saberse comportar en cada lugar como debe ser. Desde la gente de la sinagoga que hace lo posible por mantener su tradición judía ortodoxa lo más perfecta posible, hasta la muchacha que sirve cafés en aquella cafetería y que a veces siente lástima por los gestos del pobre hombre que ve a Canetti reflejado en todas partes. Tal vez es este difunto escritor quien nunca supo cómo comportarse en esta ciudad de legados o al menos quien siempre andaba por ahí, cambiante y casi irreconocible, pero entre las mujeres con abrigos y la gente arrastrando coches, siempre había esa identidad que le hacía saber al protagonista y al lector que estaba en Zürich.
"Zürich es una
letra álef. Desde la lejanía, la ciudad es el silencio y un lugar en quietud sobre
la tierra. Pero cuando esa letra se mueve, comienzan a circular los tranvías,
las ventanas se abren, aparecen los gatos, los buses cubren sus asientos con
pasajeros y la ciudad se llena de recorridos (…) Da pena irse de allí ".
Nada parece
ser bueno al final del recorrido, pero aquí se tiene la certeza de que Zürich
es una ciudad en movimiento a la que se puede volver y solo eso es la premisa
de que a pesar de sus edificaciones antiguas es una ciudad con legado, presente y moderna llena de gente que la significa.
Aclaración necesaria: el siguiente video tiene como intención mostrar a gente normal que reside en Zürich en movimiento por distintos lugares mencionados en el anterior escrito. El tema musical es un elemento adicional que no tiene como fin romper la seriedad del escrito sino darle un toque actual y moderno.